Es triste, pero últimamente necesito hacerme un croquis para casi todo: mis manos conservan de un día para otro restos de iniciales grabateadas en boli para recordarme que me tome una pastilla o baje la ropa al tinte, tengo la mesa del trabajo llena de post-its con las tareas por hacer o recados por comunicar a mis compañeros de parte de otros compañeros, y no hago más que dejarme notas y mensajes en el móvil que acaban saltando cuando les da la gana (y pocas veces a tiempo). Y aún así, se me olvidan la mitad de los cumpleaños de mi familia, las citas con el médico, los temas por pasar en el curro o pagar esas entradas de teatro que mi amiga Andrea compró de tan buena fe…
El problema (o la solución), es que, a este paso, voy a tener que ir dejándome pistas visuales por toda la casa como plantea Nick Blair en Routine, una serie de fotografías en las que cada uno de los actos más básicos de nuestro día a día (levantarse, lavarse los dientes, beber) adopta una representación tipográfica aprovechando los elementos que intervienen en ella (la almohada, la pasta de dientes, el agua).
Eso o acabar como el prota de Memento…
Vía Bloggokin