No sé vosotros, pero yo paso mis días pegada al ordenador, corriendo de acá para allá con mi iPod a todo volumen, la portátil en el bolso y, cómo no, siempre pendiente del teléfono… Y cuando llego a casa, la situación no cambia demasiado: el iPad y la consola monopolizan gran parte de mi tiempo.
Sí, lo reconozco. Estoy completamente colgada de mis gadgets, a los que, en ocasiones (quizás más de las recomendables para no parecer una loca), insulto, amenazo o intento convencer con la mejor de mis sonrisas y la más perfecta de las retóricas con el único fin de que funcionen como es debido. Y no negaré que algún golpe que otro se han llevado cuando no me han hecho caso…
Todos esos aparatejos son parte importante de mi vida (de hecho, paso más tiempo con muchos de ellos que con algunos miembros de mi familia o amigos), y he acabado, como ya os digo, hablando y comportándome con ellos como si en el fondo fueran humanos y pudieran entenderme o atender mis peticiones.
Siguiendo este principio en el que la “humanidad” de las máquinas se da por sobreentendida, el ilustrador danés Mads Peitersen ha “diseccionado” mandos, consolas, teléfonos, reproductores de mp3, cámaras de fotos y cualquier cachivache que se encontraba para descubrir, en lugar de los cables y circuitos que presuponíamos albergaban en su interior, vísceras, músculos, huesos, sistemas circulatorios, terminaciones nerviosas… Como si nuestros pequeños compañeros de fatigas no fueran seres tan inanimados como realmente podríamos creer y dentro de ellos bullera una extraña vida resultante de la mezcla del silicio y el carbono.
¿A que ahora miráis a vuestros gadgets con ojos distintos? Yo os aseguro que la próxima vez que vaya a pegarle una patada al Mac me lo pensaré un par de veces antes de hacerlo…
Vía Design You Trust
Siento una mezcla de asquito y monosidad. Ahora quiero acariciar mis gadgets, pero no se muy bien si para que se sientan bien o para evitar quer me muerdan O_O
A quien quiero engañar. Ya los acariciaba antes…
Ya sabes, amigo mío…Todo en esta vida huele a canela pero sabe a veneno! 😉
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